TATUAJES DE LUZ
de Mariela Loubet y P.B.
Parecía seguro: operar la rodilla y limpiarla para intentar aliviar el dolor y volver a caminar normalmente por un cierto tiempo. No! No me convencía. No quería hacerlo. No podía. Un cuerpo tan viejo… Que se acostumbre a sufrir un poco mas hasta que muera. No, ningún reproche. El pobre. Es verdad me da asco cuando me miro al espejo. Pero también pena. Autentica pena para un compañero fiel que hizo lo imposible para acompañar mis locuras y ayudarme a tomar riesgos en sobrepasar limites, como si los limites no fuesen una convención, una idea obligada para estarse quietos y obedecer al comando de la supervivencia. Necesitaba un pretexto. Sobretodo, no mas dolor para un cuerpo tan viejo.