EN CHILE NIEGAN “LUNA DE MIEL” A BORIC

di Jorge Fernández Correa (*)        [link trad. italiano]

Al cumplirse un mes de haber asumido la presidencia de la República Gabriel Boric, se levantan voces criticando que su gobierno no haya gozado de la tradicional “luna de miel” de la que disfrutan los nuevos mandatarios. Es cierto. A Boric se le fueron encima desde el primer día. ¿Podía alguien imaginar que sería distinto? Difícil. El ambiente nacional viene enrarecido desde hace varios años: A la revuelta social de 2019 se le suman el conflicto con extremistas mapuches, una Convención Constitucional dominada por sectores de izquierda extraparlamentaria, una crisis migratoria debido a la entrada de miles de ilegales, entre ellos peligrosas bandas delictuales y el aumento exponencial del narcotráfico; también la crisis económica causada por la pandemia y el retiro de fondos de las Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP) por los cotizantes que recurren a esos dineros con la esperanza de que llegado el momento de la jubilación será el Estado el que proveerá. En fin, como si fuera poco, se identifica en la población un estado de ánimo que en muchos casos se acerca a lo que han denominado “hartazgo total y desesperanza aprendida”.

Por cierto, nadie esperaba que la derecha, que fue coaptada por los sectores extremos de fuerte conservadurismo y aún ligada a la dictadura militar, tuviera la intención de brindar un espacio benevolente al nuevo gobierno. Que fustigue al sucesor no extraña a nadie, aunque su desparpajo y la siembra sistemática de la desconfianza llama la atención. ¿A dónde quieren llegar?

El fracaso del gobierno irá inexorablemente acompañado de la revuelta social.

Al parecer algunos quisieran revancha y desde ya pavimentar el camino para que este gobierno siga la misma senda del anterior, que terminó a duras penas y pidiendo agua, como atleta vencido por el cansancio.

Las fuerzas tradicionales, sostenedoras del modelo económico, debieron despedir al gobierno de Piñera en medio del repudio popular. Incluso entre sus filas se validó la afirmación que fue el peor gobierno en muchos años. La derecha, ahora desde la oposición y con el silencio de los moderados, usa y abusa de todo su poder económico, de los medios de comunicación y las redes sociales para descalificar, magnificar problemas, sembrar dudas e inquietudes defendiendo su ideología conservadora y reaccionaria.

Centra sus dardos en la Convención Constitucional, buscando crear un ambiente propicio para que el 4 de septiembre próximo la ciudadanía vote por el rechazo a la propuesta de la nueva Constitución, lo que sería un rudo golpe para el gobierno y para el futuro político de Chile. También le dan duro a los nuevos gobernantes por una supuesta falta de capacidades políticas y por el manejo del conflicto mapuche, aprovechando que el nuevo gobierno auspicia un diálogo político que dé salida al conflicto. La no renovación del estado de emergencia que rigió durante la última parte del gobierno de Sebastián Piñera ha levantado nuevas críticas, ya que los atentados incendiarios y las tomas de predios siguen siendo cosa diaria.

El hecho más dañino en este primer mes de gobierno ha sido la recepción a balazos a la Ministra del Interior en su visita a la Araucanía, la que buscaba dar señales de la voluntad de diálogo que tanto se necesita. Fue un portazo en las narices a quienes sin complejos se la juegan por encontrar una solución real a un problema histórico. En la zona, muchas comunidades reciben subsidios del Estado y sobreviven a duras penas. La agricultura en sus tierras se ha visto seriamente afectada por la falta de agua, la que es absorbida por los bosques que las empresas madereras han plantado en la zona, sustituyendo al bosque nativo. Los jóvenes mapuches, ideologizados en la universidad, quieren agudizar el conflicto y les importa poco que sus actitudes fortalezcan a la derecha, en una zona que tradicionalmente ha votado por ella.

Lo más impensado ha sido el “fuego amigo”. Parlamentarios que aún no calibran adecuadamente su responsabilidad solidaria con el gobierno y apoyan nuevos retiros de dineros de las AFP, aunque el ministro de Hacienda dice que eso solo provocaría más inflación y afectaría a los más pobres. Los compañeros de pacto político a diario critican a sus colegas de Gobierno. Ha llamado especialmente la atención la actitud del alcalde Daniel Jadue, el precandidato comunista que perdió la elección interna del pacto de gobierno con Boric.

Quienes vivimos el gobierno del Presidente Allende fuimos testigos de la lealtad del Partido Comunista con el presidente y su gobierno. La actitud del derrotado alcalde rompe una tradición. Esto se suma a los izquierdistas díscolos, que logran cobertura de los medios atacando al gobierno.

Como si todo esto fuera poco, la mantención de la irracionalidad en grupos violentistas que en Santiago se apoderan del sector de Plaza Italia y alrededores los viernes en la tarde, son parte del cóctel que produce desafecto con el gobierno, sobre todos en quienes votaron por el recién elegido presidente como el “mal menor”. En la elección de Boric hubo evidentemente una proporción de votantes que lo apoyaron solo por ese motivo. La segunda vuelta fue completamente polarizada entre este representante de la izquierda no tradicional y el candidato de extrema derecha. La ex-Concertación, el pacto de partidos que había gobernado desde el retorno a la democracia en 1990, apoyó a Boric a regañadientes.

Al parecer, lo que mueve la conversación ciudadana, lo que se ve y lee en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales, los espíritus después de la revuelta social han quedado adictos a la rencilla. El ambiente está crispado y es difícil navegar en esas aguas. Cabe preguntarse: ¿A qué se debe el mal sabor de boca de quienes dieron su voto Boric en la segunda vuelta de la elección como un mal menor? Ciertamente se tenía la esperanza de que una vez asumido, Boric lograría controlar los desórdenes callejeros que los desalmados realizan los viernes en la tarde; se entraría a un diálogo con los líderes de los mapuches violentos y que la Convención que estudia la nueva constitución trataría de proponer un texto aceptable para quienes quieren cambios profundos , pero no una refundación del país.

Es cierto que aún es muy pronto, pero poco se ha avanzado en esas materias por-que la extrema izquierda anárquica no está disponible para llegar a acuerdos con el nuevo gobierno.

En Chile quienes integran los partidos políticos son unos pocos miles. La amplia mayoría de la población se declara independiente y su opinión pesa en las en-cuestas, que al parecer poco importan a algunos convencionales que con sus propuestas irrealizables alimentan la propaganda ávida de elementos que permitan sembrar dudas razonables. Desde Buenos Aires, en medio de su visita oficial, Bo-ric debió hacer un llamado a los convencionales luego de saberse el resultado de tres encuestas en que aparece como posible el rechazo.

El gobierno también está pagando el costo de la falta de una política coherente migratoria durante los últimos años. La incesante entrada de inmigrantes ha provocados daños severos en el sector laboral, en las políticas sociales y de salud, con tráfico de droga por las calles y sobre todo un aumento de la delincuencia.

Muchas familias están sufriendo asaltos, secuestros, intimidación con pistola en mano. Se está haciendo común escuchar en las noches fuegos artificiales y disparos al aire de las bandas narcotraficantes que anuncian la llegada de mercadería o despiden a uno de sus miembros asesinados.

Un capítulo aparte merece la introducción del sicarismo. En Chile no existían los asesinos a sueldo y era muy poco común el crimen por encargo. Esta situación se está haciendo cada vez es más frecuente y familias como la mía han sufrido sus efectos. La causa fue una querella por apropiación de un terreno donde las autoridades no hicieron nada para restituirlo a su propietario y el delincuente con-trató a un sicario colombiano, quien le dio muerte en la puerta de su casa. Hoy el autor intelectual, el sicario y los cómplices fueron declarados culpables por la justicia.

Lamentablemente, como escribió una destacada periodista “ Boric recibe un país donde hoy ya no solo se roba sino que se mata en forma cotidiana”.

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(*)  Jorge Fernandez Correa, ha sido Director del periódico de 'La Nación', de Santiago de Chile. Experto en comunicación ha desarrollado funciones gestiónales y de formación en las Naciones Unidas y en muchas otras instituciones, públicas y privadas, chilenas. Periodista independiente es, actualmente, sobre todo escritor de numerosas novelas. 

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